martes, 25 de octubre de 2011

Cotidiana 3: Sekta


El mismo sábado asistí al concierto con mi amigo. No tenía pensado hacerlo, pero su acompañante no pudo asistir. Hablamos un poco.. intentando mirar un poco más allá del espejo construido en la época de nuestra primera amistad. Nos supimos distintos. Hablamos de la violencia que desgarra el estado... de lo no dicho.... bordeamos lo Real, no sin cierto goce. Ya Zizek mencionaba la fascinación por lo Real que caracterizó al siglo XX. En el concierto encontré a dos hermanas, que no daban crédito de que me encontrara en ese antro (irónico efecto del imaginario, aunque francamente yo tampoco lo sabía)



Una vez dentro comenzó la magia... Francamente no tenía una idea de que hacer en esa situación... Compramos una cerveza mientras empezaban a ambientar las primeras bandas...



Los sujetos se aglomeraban en pequeños grupos, o parejas. Su baile se asemejaba al vaivén discordante de la hierba anticipado a la tormenta... Y, proféticamente.... la tormenta llegó....



El grupo principal revolucionó el sitio. Francamente no sonaban mal. Algunas mentadas de madre hacia el público y de regreso, confirmaron irrefutablemente la lógica dialéctica de Hegel.



Ante mis ojos, la horda comenzó a congregarse alrededor el líder. A sabiendas de arriesgar una lectura miope en relación al fenómeno, me atrevo a decir que estos sujetos se reconocían a través del contacto. La horda se fundió en un baile orgíastico, un estallido tumultoso de tatuajes,codos, cabelleras y sudores que se atraían y repelían unos a otros a lo largo de cada pieza.



El contacto era un medio para reconocerse unos a otros... Cuando alguien caía, lo levantaban inmediatamente, arrojándolo violentamente al ruedo.



Esta es la pasión por lo Real planteada por Zizek en su texto, Bienvenidos al desierto de lo Real.



Cansados de la virtualización de la existencia, el Sujeto se precipita en un apasionado retorno a lo Real para confirmar a partir de su propio cuerpo el peso de lo Real en su existencia. Este es el caso de los cutting, abordado por Zizek, quien los distingue de aquéllos que prefieren el tatuaje, ya que el tatuaje remite al orden simbólico.



Inmerso en la dinámica, comprendí que existía un reconocimiento entre nosotros que no era mediado por la palabra, ni siquiera por la letra de la canción, que nadie estaba escuchando. La pulsión se manifestaba a partir de lo Real del cuerpo... Mi amigo se aferró a un Imaginario (los grabó toda la noche) mientras yo me sumergí en ese goce hasta entonces desconocido.



Mi amigo tiene el registro grabado del grupo. Yo tengo un codazo en la cara.



Y no cambiaría eso por nada.



El desierto de lo Real es un desierto de Símbolos, que, al pretender enunciarlo, lo enmascaran.



Lo Real nos convoca más allá del lenguaje...



La pulsión de muerte es sólo el retorno a ese llamado primordial que nos convoca independientemente de nuestro estatus social, ideología, religión....



En la pasión por lo Real acuchillamos el Símbolo, superando, efímeramente, la inexorable maldición del lenguaje.





Zizek, S. Bienvenidos al desierto de lo Real. Ed. Akal, 2005, p.112

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