miércoles, 16 de noviembre de 2011

Significante lingûistico / Significante psicoanalìtico

Quiero transcribir a continuación un ensayo escrito para una materia acerca del método Montessori. La premisa de este producto era, precisamente, leer el trabajo de Montessori desde un enfoque específico. El resultado me pareció lo suficientemente relevante como para incluirlo en este espacio. Es necesario criticarlo, ya que lo construí con reminisencias de viejas lecturas, muchas de las cuales no poseo mayor referente que mi poco confiable memoria. Sin mayor preàmbulo, transcribo el texto.


Montessori… Psicoanalista?
La premisa esencial de la práctica psicoanalítica es la asociación libre, es decir, el sujeto del inconsciente debe emerger a partir de los pensamientos del analizante, sin importar la naturaleza de los mismos, con la intención de resignificar estos elementos (de naturaleza infantil y reprimida) para que el sujeto deje de repetir compulsivamente una reproducción fallida de la ley que le remite siempre al mismo fracaso, a los mismos miedos, síntomas, relaciones…
La pedagogía ortodoxa parece comprender al sujeto como una maltrecha página en blanco que es necesario enderezar, y si es posible, saturar de información. En el momento en que el alumno logra citar autores, se ha logrado incluirlo en la esfera del saber.
Montessori comprende (casi con olfato psicoanalítico) que en el sujeto subyacen elementos de manera latente. Que la edad biológica poco importa cuando se trata de resignificar los elementos inconscientes, ya que estos obedecen a una lógica atemporal. Acaso porque un sujeto tenga físicamente 40 años se deberá esperar de él, sin excepción alguna, un razonamiento matemático impecable? Es en efecto así como sucede en nuestra cotidianeidad?
Montessori posibilita un espacio a través de cual el sujeto vierte sobre la mesa no sus juguetes, sino los elementos a partir de los cuales simboliza su configuración psíquica, sus relaciones, sus miedos, etc. A partir de estos elementos logra simbolizar, en última instancia, su propia existencia. El límite al cual es capaz de llegar el sujeto en relación con el conocimiento de sí mismo, el límite de la relación dialéctica establecida con el mundo puede sintetizarse a un solo enunciado fundante: yo soy esto:
Pues bien, es esto lo que hace un niño dentro de un aula Montessori. A través de juego se sumerge en un mundo simbólico a partir del cual aspira alcanzar el enunciado antes mencionado. En una actividad del servicio social, un niño demostró la fractura señalada por Lacan entre significado/significante. Para Saussere, uno de los lingüistas más importantes de la época moderna, el significante se subordina al significado. Si digo perro, el significante (la forma, la imagen sonora) se subordina al fondo (el concepto, aquello que delimita al perro como un animal vivíparo, cuadrúpedo, del orden de los caninos, y todas aquellas características que puedan articularse en torno al concepto sin pervertir la armonía semántica, por ejemplo, emplumado!!!)
Para Lacan, el significante se divorcia indiscutiblemente del significado. Braunstein, en un ensayo que desafortunadamente no tengo a la mano mencionaba un ejemplo que, si bien es cómico, no deja de enunciar cierta verdad con respecto a la naturaleza de las relaciones humanas.
Un profesor de filosofía, con la intención de hacer más entretenida su exposición, toma por objeto de sus reflexiones una mesa. Y entonces la mesa va de un lado a otro, desde Hume hasta Kant. Y la mesa se vuelve el centro del discurso universitario de nuestro ingenuo profesor.
Un simple estudiante (menciona Braunstein) podría fácilmente desbaratar su discurso puntualizando: lame esa? El significante ha adquirido un estatuto distinto dentro del orden del discurso del académico, pero, lo más importante, incluso ominoso, es que este nuevo estatuto desvela su naturaleza inconsciente, y por lo tanto, deseante. En última instancia, desvela una verdad hasta entonces desconocida para el yo.
El niño se relaciona de la misma manera con los elementos a su disposición. Para él una rama de árbol puede adquirir súbitamente el estatuto de arma, y un parque puede sencillamente convertirse en un campo minado. El deseo del niño se sirve de los elementos puestos a su disposición para representar su propio deseo, despojándolos del sentido aburrido y absurdo impuesto por los adultos.
Así, el niño realiza en el objeto una doble operación. Primero le reconoce (en el fondo sabe que el árbol no es un arma), para posteriormente, renegar de este significado e imponerle el propio, a partir del cual adquirirá el estatuto de arma, o bastón de pelea, o espada del augurio. El niño vacía al significante de significado a través de la renegación (aunque esto no significa que sea este el mecanismo psíquico fundante de su psiquismo), imprimiéndole su propio código.
En mi servicio social, realizado con niños de entre diez y doce años, se realizó una actividad que refleja perfectamente lo hasta aquí planteado. Se puso a disposición de los niños una serie de elementos, cada uno de los cuales tenía un significado específico. Posteriormente, se le pidió a cada uno de los niños que eligieran los elementos que, según el código establecido por la actividad, los representara. Con estos elementos tenían que decorar un antifaz de cartulina. La pintura roja simbolizaba el amor. Uno de estos niños (particularmente inquieto y agresivo, con un deseo manifiesto de incluirse en la disciplina castrense) eligió este elemento para pintar todo su antifaz. Cuando se le pidió que expusiera su combinación y el sentido de la misma, dijo: Para mí el rojo es el color de la sangre!!. Se divorció por completo del significado establecido, sirviéndose del significante sólo como un cascarón linguistico en el cual depositar su deseo.
Los elementos didácticos que caracterizan a la escuela Montessori cumplen exactamente la misma función. El niño aprende que el dos se representa con un signo (2), pero también enuncia inconscientemente su deseo, quizás, que desearía que sólo fueran dos los elementos del Edipo, (él y su madre).
El aprendizaje depende directamente del deseo del sujeto, a partir del cual los elementos de los cuales se sirve cualquier enseñanza resultan significantes.
El guía reconoce en el niño el manejo de los símbolos, lo cual podría traducirse como aprendizaje. El niño reconoce en el guía la posibilidad de enunciar su deseo sin el efecto castrante que dicha enunciación significaría de manera consciente.

">La única referencia de lectura que recuerdo es la siguiente:

">Michel Arrivé - Linguistica y psicoanàlisis. Ed. Siglo XXl.

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