viernes, 11 de noviembre de 2011

Naufragio





Acabo de salir del trabajo. Un empleo de juguete con un sueldo irrisorio para sostener una cotidianeidad ficticia. No hay palabras brillantes hoy. Sólo un desesperado intento por recuperar la palabra tras naufragar inexorablemente en el gran Otro y su demanda inscesante. La palabra no tiene otro sentido que extraviarse... El neurótico, a diferencia del psicótico, no desea saber nada acerca de la castración, de ahí que la reprima. El discurso neurótico es un discurso vacío, toda nuestra existencia no es otra cosa que un rodeo compulsivo y particular hacia la muerte. Preferimos morir a saber. La palabra es la balsa a la cual nos aferramos para no naufragar en el vacío de lo Real. Una palabra que, al ser palabra vacía, nos permite flotar, naufragar a la deriva del gran Otro, del discurso de ese Otro, de nosotros mismos.



La palabra, como significante, en psicoanálisis, es el medio a partir del cual el sujeto resignifica su naufragio, descubre un nuevo sentido en la Ley que le permite redimensionar su pulsión de muerte. La cura psicoanalítica no nos posibilita respirar bajo el agua, ni caminar sobre ella, sino soltar el síntoma a partir del cual nos mantenemos a flote, enfrentarnos al vértigo de lo Real, para trazar un nuevo horizonte más allá de la tempestad.

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